Forrapa murió
debido a una terrible enfermedad; Por eso el Amo Negro quedó al mando y se
dirigió hacia Limba, el actual Dámbil, para buscar el corazón perdido.
Tras varios días caminando se
encontraba a los pies de una gran colina, conocida como “El Volcán de la
Muerte”. Empezó a escalarla; De sus manos manaban grandes gotas de sangre, producidas
por las enormes y punzantes piedras. Estaba exhausto, agotado; las continuas
muecas de dolor reflejaban en su rostro el terrible cansancio. De repente una
gran ola de calor le azotó la cara y acto seguido comenzó a sudar compulsiva
mente. Un gran seísmo se produjo bajo sus pies y cayó al suelo golpeándose
fuertemente la cabeza con una aparatosa roca y quedando posteriormente
inconsciente durante varias horas.
Al despertar
se sentía abatido, derrotado...
Había descubierto que en realidad se
encontraba en un volcán a punto de entrar en erupción. Estaba tan absorto que
no apreció esto último. Por eso se puso en pié y prosiguió con su búsqueda; aunque
era algo inviable. Su coraza comenzaba a calentarse por momentos; ya que se
estaba acercando a la boca del volcán. Se detuvo por unos instantes y observó a
su alrededor; pudo ver el abismo que tenía a sus pies y notó como el pánico se
apoderaba de su cuerpo.
Siguió escalando y llegó a la cima; estaba
llena de matorrales y plantas secas. En el centro de la cima había un gran
orificio lleno de la cima había un gran y profundo orificio lleno de lava
humeante. Jálibu se impresionó bastante,
justo al lado de este orificio se encontraba un robusto rosal con una sola rosa
fresca en su interior. La cogió entre sus ásperas manos cuando, de pronto, la
rosa desapareció sin más y en su lugar apareció el corazón de “Amethyst”. Cuyo
significado era “La Piedra Preciosa”.
Tanto esfuerzo por fin había dado su
fruto. Por fin había encontrado el corazón. La lava del volcán comenzó a salir
del cráter y Gormul bajó rápidamente colina abajo con el corazón desbocado. Se
dirigió hasta un gran acantilado en el pueblo de Wynewood y allí construyó un
refugio.
Ahora
Jálibu sólo pensaba en una cosa. Quería tener un súbdito que le obedeciera y
que fuera fiel a sus órdenes; ese súbdito se llamaría “Kalipso” y le ayudaría a
vencer al pueblo de Dámbil.
Comenzó a
investigar y a estudiar los poderes de Amethyst. No averiguó nada.
Un día se encontraba sentado frente
a la hoguera leyendo un libro titulado
“Los misterios de Amethyst”. Se le ocurrió una cosa; se puso manos a la
obra y después de media hora sacó el corazón y vertió una extraña pócima sobre
él.
La pócima estaba hecha con:
Alcohol de
romero, que le proporcionaría poder para calmar cualquier dolor producido por
heridas, golpes o magulladuras. Tomillo rojo, que le aportarían un excelente
oído. Agua de rocío, que junto con los ojos de duende y las uñas de bruja
proporcionarían una eficaz visión nocturna.
Pero, en
realidad, el ingrediente secreto de esta poción era el ansia de Gormul por
destruir Dámbil.
El corazón se volvió inmensamente
brillante y una luz anaranjada salía de su interior. Inmediatamente Jálibu
salió fuera de la cabaña y levantó a Amethyst, de repente la tiró bruscamente
contra el suelo. Se partió en dos mitades y, de entre una cegadora y espesa
nube de humo, apareció una inmunda criatura. Este ser era enorme, de casi unos
quince metros. Poseía una fuerte y robusta piel protegida por gruesas y duras
escamas. Tenía unas enormes garras con grandes y curvadas uñas. En su lomo
había dos delicadas y finas alas doradas. Expulsaba fuego por la boca. Una
extraña marca en forma de ojo se encontraba grabada en su rugoso cuello.
Sólo un verdadero mago sería capar
de descifrar aquella señal tan extraña y misteriosa.
Esta criatura
sería su súbdito. Posteriormente, a esta nueva raza se la denominó con el
nombre de “Dragón”.
Esta es la
historia de Kalipso, el primer dragón.
Fin.
Escrita por:
Ana Rodríguez Rusillo y Mónica Juleisy Santos Valencia.